lunes, 15 de octubre de 2012

Hastío, sí señor.

De verdad que hablar de este tema me produce verdadero aburrimiento y pena. Por mí lo dejaría ya, pero la actualidad y los que la controlan son unos hijos de perra obstinados.

Pues eso, que con la excusa del día de la hispanidad, o sin excusas, que tampoco hacen falta, hemos asistido a una titánica batalla de estupidez nacionalista. Por un lado, el deprimente desfile de las fuerzas armadas, con todos sus nostálgicos franquistas, su cabra y demás. Todo más rancio que un concierto de la tuna retransmitido por María Teresa Campos. Luego sale un ministro con un apellido que suena a eructo haciendo unas declaraciones que suenan a eructo también.

En la parte contraria, el nacionalismo catalanista, que es el nacionalismo que más lo está petando ahora mismo y sin tener que pegar un solo tiro, oiga. Nada, estos celebraron el día de la hispanidad yendo a clase, haciendo banderas esteladas con flores y otras baboserías semejantes. Supongo que entre todos los idiotas que quisieron ir a trabajar el 12 de octubre, los que sean ateos también querrán ir al curro el 25 de diciembre, el 6 de enero y demás fiestas religiosas, que vienen a ser la mayoría en nuestro calendario.

Bueno, y ahora a cuenta del fotosof que me he currado, disitingo dos clases de nacionalistas (y no sé cuál de las dos es peor). Por un lado los nacionalistas de corazón, los que escuchan todo el rato cantos patrióticos en sus oídos y cuando cierran los ojos sueñan con jóvenes sanos y alegres bailando danzas tradicionales. Esta gente trata de solucionar problemas imaginarios (y por tanto insolubles) creando problemas reales. Por otro lado están los nacionalistas de conveniencia. Estos también tienen su corazoncito facha, quién lo duda,  pero su amor por las banderas de colorines aumenta o disminuye según las circunstancias. A este último grupo pertenecen los protagonistas de la película de hoy:


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