jueves, 22 de septiembre de 2011

And Justice For All...

Ayer el estado de Georgia, EE.UU., desoyó el vocerío internacional en contra y ejecutó a Troy Davis, un señor condenado por asesinato en un juicio con pruebas más falsas que las tetas de Belén Esteban. Eso tras veinte años en la cárcel, con constantes anuncios de ejecuciones y cancelaciones. No hay tortura más cruel y fría que la que procede de la Administración.

Para nuestros castos ojos europeos resulta chocante lo frecuentes que son estos casos de arbitrareidad judicial, y es que lo contemplamos desde un punto de vista equivocado:



Claro, nos da por preguntarnos si los jueces y jurados estadounidenses son gilipollas o qué. Pues probablemente lo sean, aunque realmente todas estas irregularidades responden a una ley no escrita, pero constantemente aplicada:




¿Qué? ¿A que no era tan difícil de entender?

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